Sostenibilidad. Un término complejo y aún así directo y positivo que nos hace sentir bien. A primera vista, la sostenibilidad refleja las características positivas de un servicio o producto que podemos consumir con toda tranquilidad y con vistas a que no perjudicará los recursos futuros y comprometa el bienestar de futuras generaciones. Una palabra que pocos saben lo que significa y todos quieren oírla.

La sostenibilidad se ha colado en la mayoría de las campañas publicitarias y el marketing corporativo y más que una meta, parece una herramienta imprescindible en la imagen exterior que quieres proyectar como empresa.

El término “greenwashing” expresa con claridad lo que muchos opinan. “Malas prácticas que algunas empresas realizan cuando presentan un producto o cualquier propuesta como respetuoso ante el medio ambiente, aunque en realidad, no lo sea.”

Pero ¿qué es realmente la sostenibilidad?, ¿nos encontramos ante un camino real o es una bonita expresión para apaciguar nuestra conciencia colectiva, mientras todo se derrumba a nuestro alrededor?

El abuso de la palabra sostenibilidad nos ha hecho vulnerables como consumidores, un consumidor que intenta poner su esperanza en que el producto que consume es realmente lo que promete su etiqueta.

Pero ¿es responsabilidad del consumidor de realizar una labor de investigación de lo que consume? o ¿es la empresa la que viola un acuerdo de transparencia, que debería existir en el mercado actual, más allá de ser un valor ético?

Me atrevería a decir que ambos. Mientras exista el consumo de un producto, la empresa considerará por finalizada su labor y se dará una palmadita en la espalda, contentos de haber satisfecho todas las exigencias, incluyendo las morales, del comprador final.

Por lo tanto es necesario que los consumidores hagamos acto de conciencia y leamos la letra pequeña, antes de tomar una decisión. Porque sólo con la presión desde abajo, desde los cimientos, podemos crear un movimiento que se nota en las cúspides empresariales.

¿De dónde proviene lo que consumo?, ¿qué implica?, ¿cuáles son las consecuencias de su existencia o su producción? y ¿es bueno para el planeta de aquí a que mis hijos sean adultos?

No existe camino marcado aún, ni respuesta acertada. El proceso de cambio que realizan muchas empresas es ya, todo lo que está en sus manos y muchas veces hasta ellas mismas carecen de los recursos necesarios para operar. Pero sólo ante el inconformismo por ambas partes, ambos extremos de la cadena de consumo, está el cambio real.

¡“No, no es suficiente. Queremos más”!

Imágenes de Juan José Mejías

reflexión crítica sobre sostenibilidad de empresas

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